Mantenimiento de un órgano

Mantenimiento de un órgano


Por Berchtold Soergel y Ana Caramanzana, organeros

Conscientes de que lo que proponemos no es ni novedoso ni original en el caso del panorama organístico de España, sí que es necesario y hasta urgente puesto que en muchos casos los órganos que se restauran o se construyen de nueva planta no suelen ser objeto después de ningún cuidado o mantenimiento por parte de los organeros constructores, debido al desconocimiento existente sobre este aspecto.

En otros países, como es el caso de Austria y Alemania, de este último puedo hablar con conocimiento al haberme formado y trabajado allí como organera, el mantenimiento de los órganos es una cuestión de vital importancia que se realizaba al menos una vez al año.

En base a lo que allí he conocido y lo que nuestro taller de órganos hace en España al respecto desde hace más de 15 años, deseo ahora hacer una propuesta a los propietarios de los instrumentos: Parroquias, Ayuntamientos, Fundaciones, etc., así como a los organistas y otras personas que directa o indirectamente son responsables de los instrumentos.

  1. Vemos absolutamente necesaria que haya siempre y para cada instrumento una propuesta de mantenimiento plasmada en un contrato entre el propietario y el taller que lo realiza, siempre y cuando el órgano esté en buen estado de conservación (sólo se mantiene lo que existe).
  2. Sobre la cuestión acerca de con qué frecuencia se debe hacer el mantenimiento en un órgano, me gustaría señalar que:
    a.- Un instrumento que técnicamente está bien construido y que se encuentra en buen estado de conservación, necesita en su condición de máquina de, al menos, una revisión anual.
    b.- La afinación de los registros labiales no se realizará nunca en el momento en el que está funcionando la calefacción o el aire acondicionado. El motivo es la diferencia de temperatura y humedad que se da en el instrumento en esa situación concreta. Una excepción sería si registros tapados se hubieran desafinado mucho porque se hubieran movido los tapones. Lo que afecta a la afinación en lo que a los juegos labiales se refiere es también la suciedad que se acumula en su interior. Esto significa que cada 15 o 20 años un órgano necesitaría una limpieza general y una revisión de la armonización y de la afinación integral del instrumento.
    c.- Los registros de lengüeta se tienen que afinar cada vez que se produzca una variación grande de temperatura. Cabe señalar además que los registros de resonador corto se desafinan más rápidamente que las otras lengüetas, debiéndose afinar antes de cada concierto o celebración litúrgica. En ese caso, debería ser el organista el encargado de hacer la afinación de esos registros concretos.
  3. Sería deseable que el organista responsable del instrumento, estuviera presente bien antes de que los organeros comiencen su trabajo de mantenimiento o en algún momento durante la visita de éstos, puesto que él es la persona que mejor conoce el órgano. En este sentido queremos concretar que aunque el organero deberá tener en cuenta la información que le dé el organista sobre el estado del instrumento, sin embargo este no va a trabajar sólo con esa información, ya que como profesional deberá realizar una chequeo completo del instrumento con el fin de situarse en las necesidades o problemas que presente el órgano en ese momento. Sería bueno que al finalizar el trabajo de mantenimiento, el organista pudiera estar presente de nuevo y comprobar el trabajo de los organeros.
  4. En este sentido sería deseable que cada instrumento dispusiera de un cuaderno en el que el organista anotara cada anomalía que se produjera en el instrumento (afinación, fallos mecánicos, fallos eléctricos…) de cara a informar puntualmente al organero en su siguiente visita al órgano. Este, a su vez, anotaría las intervenciones realizadas así como aquellas que deberán realizarse en la siguiente revisión.
  5. FINANCIACIÓN. Este punto es muchas veces un problema porque los responsables del instrumento no ven necesario un mantenimiento dado su desconocimiento en el terreno y, en ocasiones, la falta de confianza en el organista. El organero tampoco es una autoridad a la hora de aconsejar que el mantenimiento del órgano se realice regularmente, porque el titular del órgano verá muchas veces en esta propuesta de mantenimiento, un único interés de tipo económico por parte de los profesionales que pueden realizar esta tarea. Por otra parte no debemos olvidar que algunos responsables de los órganos reaccionan así por la experiencia negativa que han tenido ante la falta de profesionalidad con la que se ha realizado, en ocasiones, el mantenimiento.
  6. Desgraciadamente los usuarios, los responsable y los oyentes de los órganos se pueden acabar pensando que un órgano nunca puede funcionar bien del todo, no puede sonar afinado o que hay registros en él que no se pueden afinar. Eso pasa cuando no se tienen buenos ejemplos o instrumentos en buen estado.
  7. Contenido del contrato e informe técnico de los trabajos realizados. Nos parece justo y necesario que cada mantenimiento vaya precedido de un contrato en el que se especifiquen las horas de trabajo, la intervención que se va a realizar, la afinación de los registros, etc. Las horas de trabajo serán aproximadas ya que el instrumento no se encuentra siempre en las mismas condiciones. Por eso se debe de poder ampliar las horas si el instrumento lo necesitara, avisando antes al propietario y al organista. Por último, los organeros deberían entregar siempre un informe de los trabajos realizados en el que se especificarán además: las personas que han intervenido, las horas de trabajo, las cuestiones técnicas solucionadas, etc.
  8. Se debe buscar con el titular del órgano y el organista y dentro de la situación de la iglesia o edificio en el que se encuentra el instrumento, el mejor momento para realizar el mantenimiento. Se necesita silencio, tener una temperatura aproximada a la que el órgano tendrá durante su uso, etc.

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